Esa gente que se tambalea. Que deja que su vida le caiga a
los pies por no saber disfrutar de las oportunidades. Esa gente que hace de sus
vidas un castillo de arena, como un niño pequeño, en la primera línea de la
playa, esperando que nada ni nadie le derrumbe esa gran fortaleza que ha
construido para sus sueños de una tarde.
Pero pobre niño pequeño, que aún no comprende que las olas
no tienen piedad con nada ni con nadie, pobre niño que no espera que su
castillo quede deshecho, pobre niño que pensaba que su castillo era fuerte, que
era capaz de soportarlo todo. Pobre niño; su castillo se lo llevó la marea en
un abrir y cerrar de ojos.
Desde aquel día el pobre niño pequeño decidió que no sería
como aquel castillo de arena que se vino abajo de un golpe. Desde aquel día el
niño pequeño se construyó su propio castillo donde no dejaba ver lo que en
realidad era, un buen niño.
En aquel castillo solo se oía el eco de las opiniones de sus
amigos, pero pobre niño pequeño, que no supo elegir a sus amigos, pobre niño
pequeño que llamaba “amigo” a cualquiera que lo tratase bien. Pobre niño
pequeño que dejó que valieran más las opiniones de sus amigos, que las de su
familia.
Y así el pobre niño pequeño creó una infancia que no quería,
y llegó a una adolescencia donde las opiniones y consejos de sus amigos iban a
crearle serios problemas de salud. Pero pobre niño pequeño que no sabía dónde
se metía, pobre niño pequeño que valoraba más unas risas de sus amigos, que un “enhorabuena”
de su familia.
Y pobre niño pequeño que se escudó en todo lo que pudo para
no enfrentarse a la realidad, sin saber que la realidad le haría menos daño que aquella fantasía que había inventado.
Y pobre niño pequeño que ha llegado a adulto con tantos problemas que ya no sabe manejarlos y, sin querer, destroza la vida de los que sólo quieren ayudarle.
Y pobre niño pequeño, y pobre adolescente, y pobre adulto, y pobre gente que sólo quiere ayudarle. Y qué suerte tuvieron sus amigos, que le destrozaron la vida y ahora ellos tienen vida de sobra para vivirla.
Y pobre niño pequeño que ha llegado a adulto con tantos problemas que ya no sabe manejarlos y, sin querer, destroza la vida de los que sólo quieren ayudarle.
Y pobre niño pequeño, y pobre adolescente, y pobre adulto, y pobre gente que sólo quiere ayudarle. Y qué suerte tuvieron sus amigos, que le destrozaron la vida y ahora ellos tienen vida de sobra para vivirla.
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