Sus pasos eran erráticos, su camino era invisible, sus pies eran pequeños pero dejaba grandes huellas allá donde pisaba.
Su vida era una ruleta rusa mientras ella corría por el filo de su propio cuchillo.
Todos se tomaban la libertad de darla por conocida, incluso por querida, sin saber que el amor no hace daño, que el amor es libertad y que a ella, con ese amor que le brindaban, sólo le cerraban puertas y ventanas en el salón de la autoestima.
Sus lágrimas hablaban por si solas sobre lo que su cabeza pensaba pero su boca guardaba.
Ella era un diamante que todos querían romper.
Ella era una vida llena de "perdones" y "por favores" aceptados.
Ella era la mejor versión de sí misma.
Ella era el camino que había recorrido y el que le quedaba por recorrer.
Ella era sencillamente compleja.
Ella era errática.
Ella era auténtica.